La
medicina es una ciencia milenaria, que desde sus inicios, ha sido influenciada
por otras ciencias para su avance y desarrollo.
La
Tecnología, definida como el conjunto de conocimientos técnicos,
científicamente ordenados, que permiten crear elementos que facilitan la
satisfacción de necesidades de la humanidad, está
cambiando el modo de hacer medicina. Ésta ha
logrado invadir todas las prácticas sociales y la medicina no ha escapado a
ello; los estudios complementarios de diagnóstico y los recursos terapéuticos,
se han tornado inmunerables y cada vez más complejos, basados en principios, si
quiera imaginables hasta hace décadas.
Curiosamente,
se podría decir, que la era de la tecnología en medicina se inicia cuando
Rotgen en 1895, al azar, descubre el que sería el primer método imagenológico
de exploración: Los rayos X, dando paso a la investigación masiva de sus
posibilidades y al desarrollo de otros métodos diagnósticos y terapéuticos. Todos
ellos, promovidos por expertos en ciencias que nada tenían que ver con la
medicina.
Más
adelante, la irrupción de las computadoras en las técnicas radiológicas supuso
un gran paso la aparición de nuevas oportunidades para los investigadores.
El
poder de la tecnología, expresada en imágenes, no sólo abre nuevas áreas en los
campos clínico y de investigación, sino que supone nuevos riesgos. La imagen
pone en evidencia la estructura y el proceso biológico, mejorando, con ello, la
acción, clínica o quirúrgica. Así, la tecnología actual hace posible la recolección
de enormes cantidades de datos a partir de los diferentes órganos, lo que
permite su reproducción en medios visuales; accediendo de este modo, a la
exploración detallada de la estructura y de la función sin invadir el
organismo.
Hasta
la fecha, la enseñanza de la medicina no se había dado cuenta de las
revoluciones tecnológicas. En la actualidad, el estudio de la estructura y
funcionalismo del cuerpo ha sobrepasado límites inimaginables gracias al
desarrollo de métodos que van desde la elemental rayos X, pasando por la
Resonancia magnética nuclear y el ultrasonido, llegando a tecnología tan
innovadora como la robótica y la realidad virtual que aún se encuentra en
desarrollo. Traspasando las barreras incluso de la distancia física a la hora
de diagnosticar y tratar a un individuo; llevando a la necesidad de la
autocomprensión, al estudio de algo tan intangible como la mente, que quizás es
el desafío más grande para la ciencia y la tecnología. De ahí que el estudio del cerebro es uno de los de mayor
atención investigadora.
Finalmente,
todo este avance rápido y abrumador de la imagen en la medicina, hace que surja
la necesidad de reinventar la formación de futuros profesionales, de ampliar
las áreas de conocimiento tradicionales. Se están rompiendo las barreras entre
especialidades, los límites entre una y otra. Se unifican gracias al
intervencionismo. La Radiología, cardiología, neurocirugía o cirugía, dejan de
existir como entidades definidas.
Surgen
grandes interrogantes ante el desarrollo imparable de la imagen en medicina. ¿Seremos
capaces de adaptarnos, como médicos, al rol ya indispensable de esta tecnología
en nuestra área?, ¿hasta qué punto será un equipo el del médico como clínico y
la imagen como herramienta diagnóstica y terapéutica? Y ¿hasta qué punto será
indispensable el médico en la medicina?
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